Función sin forma
Practicar una forma no es tan sólo un ejercicio de relajación. Practicar una forma es algo más que la ejecución estética de unos esquemas corporales que van evolucionando sobre sí mismos, llevando al practicante a un estado de interiorización, serenidad, quietud interior y sensación de presencia corporal.
En el momento en el que el practicante empieza a tener “revelaciones instantáneas” que, como una visión súbita, le aportan una comprensión, hasta ese momento desconocida, de la función de ese movimiento que había ejecutado cientos de veces, ese practicante está entrando en la dimensión marcial del arte. Esta puede ser una etapa fascinante, sobre todo para todos aquellos que nunca antes habían practicado un arte marcial y carecían, por lo tanto, de sistemas de referencia previos.
Esta etapa del aprendizaje es la que, muchas veces, ha hecho pensar a la gente que sólo con practicar forma ya estaban aprendiendo un arte marcial… Así, la tradición, celosa guardiana de sus secretos, sin negar ni aclarar estos sucesos, habría permitido que esta simplificación se difundiera al público en general, reservándose para sí el verdadero conocimiento, aquel al que sólo accedían unos pocos y estudiosos merecedores.
Las premisas sobre las que construyeron la protección de sus enseñanzas y secretos fueron:
• La práctica de las formas “ritualiza” los esquemas corporales, los desplazamientos y las disposiciones direccionales. Y en muchos casos también el ritmo y la velocidad de ejecución.
• El combate real es siempre variable e impredecible en velocidad, dirección, ritmo…
Entonces, ¿sólo con practicar la forma se podía desarrollar la habilidad marcial en el terreno real? O ¿quedaba pues, en la enseñanza, una gran laguna por cubrir?
Esta laguna, en realidad, no es tal. Sólo es esa parte del Tai Chi que no se ha difundido aún a la mayor parte de la población y cuya comprensión e integración es algo más exigente, pues requiere de voluntad, dedicación, práctica, interés y una sana curiosidad por investigar y profundizar más.
Esta parte del Tai Chi incluye diferentes aspectos en su metodología:
• Comprender la dinámica de los desplazamientos
• Comprender la dinámica de las potencias (también conocidas como fuerzas)
• Comprender la interacción entre ritmo, escucha, adherencia y anticipación
• Desarrollar recursos en la media, larga y corta distancia
Pero por encima de todo, no olvidar la constante autovigilancia: evitar que la fuerza bruta o muscular se interponga en el desarrollo de las habilidades que este arte lleva transmitiendo e investigando desde la antigüedad.
En el Tai Chi Chuan,
la habilidad para cultivarse uno mismo
física y espiritualmente, pero no para defenderse,
es la realización civil.
La habilidad para defenderse,
pero no para cultivarse uno mismo,
es la realización marcial.
El método suave del Tai Chi Chuan
es el verdadero método del Tai Chi.
La habilidad para enseñar a las personas
el arte del autodesarrollo y
la defensa personal,
tanto su cultivo como su aplicación,
es el perfecto Tai Chi civil y marcial.
Tung Ying-Chieh (1898-1961)***
***Tung Ying-Chieh (1898-1961) Citado en: “Los precursores del Tai Chi Chuan”, Douglas Wile, Ediciones Tao.